Con estos antecedentes podría imaginarse que Ginga debía haberse impuesto con relativa facilidad en la industria de la televisión. Sin embargo, durante los dos últimos años se ha observado que esta tecnología no termina de despegar. De hecho, se ha encontrado con múltiples tropiezos como la resistencia de los mismos fabricantes brasileños a incluirla en sus productos y la pretenciosa comparación con sistemas comerciales atractivos como GoogleTV, AppleTV o Netflix.
Recientemente, Brasil ha decidido realizar una consulta pública para incluir Ginga en el PPB (Proceso Productivo Básico) para televisores LCD, lo que implica que los fabricantes se verían obligados a incluir Ginga en sus equipos para acogerse a los beneficios fiscales del gobierno. Esto suena un poco a imposición, y en lugar de abrir las puertas de par en par a esta tecnología, genera incertidumbre sobre su futuro, pues no es lo mismo ganarse una posición en libre competencia que obtener una victoria arreglada.

Bajo este panorama, no muy claro por cierto, se puede decir que Ginga pierde fuerza mientras Brasil va viendo cerrarse su ventana de oportunidad. Pero más allá de ponerse pesimista es importante analizar qué está sucediendo y por qué la situación actual se ha puesto sombría para Ginga. Cabe destacar los siguientes puntos:
1. Ginga no ha logrado pasar de su enfoque de investigación universitaria (casi experimental) a un enfoque más profesional, industrial y comercial. A propósito del Campus Party Quito, por cortesía de una amiga en tweeter tuve la oportunidad de ver un vídeo de la presentación que se realizó sobre TVDigital y Ginga en este evento. Más allá de la buena voluntad y entusiasmo de los presentadores, el asunto no pasó de convertirse en un proyecto de investigación universitaria novedoso, en un prototipo, con un par de demostraciones no muy llamativas y escasamente prácticas, como tratar de escribir un mensaje de tweeter con un control remoto infrarrojo.
2. Ginga no ofrece un modelo de negocios claro. Y bueno, es cierto que se trata de software libre, con enfoque social y con apoyo gubernamental. Pero al fin y al cabo quien fabrica televisores necesita tener un claro modelo de negocios que le permita no sólo obtener ganancias sino además competir, y en este punto los estímulos fiscales no son precisamente un gran incentivo. El enfoque social es importante, y clave, pero es solo una cara de la moneda. La otra cara es el enfoque "de negocios" que le permita competir y ganar una posición.
3. Escasa demanda. En parte puede ser justificada por el hecho de que Ginga es una tecnología relativamente nueva. Aun así no es el único factor, y por cierto no el determinante. Los otros factores se pueden encontrar en los otros puntos aquí mencionados.
4. Falta de aplicaciones y "gadgets" asociados. Ahora bien, esto es en cierto modo una consecuencia de los dos puntos anteriores. Al no existir muchos estímulos y baja demanda existe baja producción, lo que a su vez provoca que no exista competitividad y por tanto no existe mejora y los productos finales se vuelven poco interesantes y de escaso interés. Esto se vuelve un círculo vicioso.
5. Falta de apoyo empresarial. Esto es más complicado. La conclusión simple en este punto es que los empresarios brasileños y latinoamericanos en general no confían en Ginga, no ven un potencial que justifique su apoyo. Quizás esto es consecuencia del primer punto puesto que la imagen "de negocio" proyectada por Ginga es muy pobre como para atraer a las empresas a hacer inversiones importantes.
6. Apoyo gubernamental insuficiente. El hecho de que el gobierno brasileño prefiera realizar una "consulta" respecto al tema para garantizar beneficios fiscales a las empresas no dice mucho de su gran voluntad para apoyar Ginga. El apoyo más allá de cierto proteccionismo debería estar en la verdadera confianza, inversión y fortalecimiento de su competitividad.
7. Falta de difusión y promoción. Realmente la información sobre el tema es escasa, y la que existe es casi exclusivamente enfocada desde el punto de vista técnico. Por tanto el tema lo maneja casi en forma exclusiva gente "especializada". Pero para la gran mayoría del público y potenciales usuarios el tema es desconocido.
Entonces, Ginga ha surgido como un proyecto open source, con soporte de diferentes comunidades en varios países del continente. Sin embargo no existe una "punta de lanza" que encabece los proyectos y de una imagen de innovación, competitividad y solidez. Desafortunadamente, parece que hasta el momento el desarrollo se limita a la copia y reciclaje de aplicaciones creadas hace ya bastante rato. No se observa mucho respecto de la seguridad, certificados digitales y mecanismos PKI por ejemplo, siendo esto vital para el comercio electrónico y manejo de información privada.
Como conclusión, Ginga requiere que tanto las instituciones públicas como las empresas privadas confíen en forma real en su potencial. El potencial de herramienta de inclusión social debería ser tomado más en cuenta por los gobiernos, mientras que su capacidad para entrar al público casi sin limitaciones debería ser más valorado por las empresas privadas. Pero para que esto sea posible Ginga debe proyectar una imagen más profesional, más atractiva y con aplicaciones que demuestren hasta dónde puede llegar. Ginga en TV Digital es más que un juego, así que llegó la hora de hacerlo en serio.
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