Y bueno, en este punto es importante entender lo que el software libre realmente es y lo que implica. Antes de nada es importante entender que LIBRE no significa GRATUITO. Este es un grave error de concepto que muchas empresas o instituciones mal asesoradas suelen cometer.

Es común encontrar "especialistas" ingenuos que consideran que al utilizar software libre se ahorrarán muchos dólares y que el sistema funcionará viento en popa sin más que hacer click, pero terminan metidos en un lío que no hace más que volver a la gente desconfiada y escéptica respecto del verdadero potencial del desarrollo open source.
La decisión de utilizar plataformas de software libre implica que se necesitarán profesionales capacitados a la altura del desafío, que la empresa o institución está dispuesta a invertir en horas de soporte, en horas de desarrollo, y finalmente y quizás más importante, que se ha considerado un presupuesto para capacitación de su personal, sobre todo aquel involucrado con el área de tecnología.
Entonces, tanto el software libre como el propietario demandan inversión financiera, tiempo y trabajo, que pueden llegar a compensarse y que, a final de cuentas, pueden ser equivalentes.
Surge entonces nuevamente la pregunta inicial: ¿Por qué utilizar software libre? ¿Por qué no simplemente instalar una plataforma llave en mano en la que un grupo de expertos, que incluso vienen desde fuera del país, dejan todo funcionando sin que hagamos casi ningún otro esfuerzo que la inversión financiera? La respuesta es simple, aunque tal vez no muy evidente: por sustentabilidad tecnológica.
La compra de software y tecnología a países localizados en regiones de mayor desarrollo es un paso lógico y necesario ¿Pero qué sucede cuando esa tecnología es una especie de "caja sellada", garantizada a funcionar siempre y cuando ninguno de nosotros le meta mano, y que quienes se atrevan a hacerlo deben tener una docena de certificaciones, formación específica y compromiso con la marca? Empezamos a convertirnos en consumidores dependientes, temerosos de cometer nuestros propios errores e incapaces de tomar decisiones importantes sobre este tema.
Ahora bien, si formamos parte de una región tecnológicamente avanzada, capaz de destinar importantes recursos a la compra de tecnología, pero así mismo, con capacidad de producir tecnología y generar conocimiento, entonces estamos en balance. Pero si por el contrario, y como es la triste realidad de nuestra región, invertimos recursos en tecnología pero tenemos economías que dependen fundamentealmente de la venta de recursos naturales y materias primas, con un valor agregado prácticamente nulo, entonces estamos en total desbalance y con un gran problema entre manos.
Muchos empresarios y políticos dirán "zapatero a tus zapatos". Vendamos petróleo, banano, camarón y no nos preocupemos por la tecnología, al fin y al cabo es más fácil adquirir lo que ya está listo ¿Pero entonces en qué nos estamos convirtiendo? Es en este punto donde cobra sentido la idea de sustentabilidad tecnológica.
Entones, hablar de software libre no es una simple cuestión de precios, es más bien una cuestión de filosofía. Zapatero a tus zapatos y seguimos convertidos en una "banana republic", o nos arriesgamos un poco más y desarrollamos nuestra propia infraestructura tecnológica. Evidentemente no vamos a inventar el agua tibia y arrancar desde cero, y es justamente aquí donde las plataformas "open source" nos abren una valiosa oportunidad. El software libre es completamente operativo, funcional, flexible y está listo para utilizarse. Pero demanda un mayor esfuerzo intelectual en cuanto a investigación, desarrollo, optimización, implementación y colaboración.
Muchos podrán pensar que este tiempo de esfuerzo es un desperdicio pues no nos permite "dedicarnos a lo nuestro". Sin embargo, el hecho de tener que investigar y desarrollar deja a cualquier sociedad un importante valor agregado: sienta las bases para el crecimiento tecnológico independiente!
Así, las empresas e instituciones tienen dos alternativas: Invertir millones adquiriendo software y tecnología en grandes empresas de países desarrollados, o invertir millones en la formación de profesionales capaces de cubrir y sobrepasar los requerimientos tecnológicos de la región.
Por lo tanto y como conclusión, la verdadera diferencia entre software libre y propietario no está en el valor de la inversión, sino en su destino.